Érase una vez un perrito que le llamaban lobito porque se parecía a un lobito. Todo el mundo le tenía miedo porque creían que era malo, como todos los lobos.
Él vivía en el bosque porque en el pueblo no lo querían.
Pero él quería vivir con una familia como todos los perros domésticos.
Un día un muchacho que pasaba por allí le echó un poco de comida, y desde entonces son inseparables.
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